El precio de la victoria, de Sandra Brown, es la última novela que he leído. Una sencilla historia romántica entretenida y amable, para leer en un par de horas a lo sumo. Una lectura agradable, ideal para un día de otoño.
Judd Mackie y Stevie Corbett proceden de la misma ciudad, y llevan años con una más que tensa relación, digamos que profesional. Stevie es jugadora de tenis profesional, y contrariamente a lo que suele suceder, parece que con la edad su juego ha ganado en calidad y vistosidad. Ahora está en la élite de la profesión, en una edad a la que muchas de sus compañeras y rivales ya se han retirado. Judd es un cronista deportivo de pluma afilada, irónico y que a menudo no deja títere con cabeza en sus críticas. Sobre todo en las que tienen que ver con Stevie.
Para Stevie, Judd es un machista retrógrado, mujeriego, bebedor y poco profesional. Para Judd, Stevie es más un maniquí que una deportista, una niña de papá demasiado preocupada con su aspecto para merecer el puesto que ocupa en el tenis profesional.
Un día, Stevie sufre un desmayo durante un partido, que no puede achacarse al sol ni al calor. Cuando Judd descubre el motivo de lo ocurrido, por primera vez en mucho tiempo, antepone el secreto que ha conocido a nivel personal a su vida profesional. Y a partir de ahí la relación de ambos cambia drásticamente.
Esta no es la típica novela de Sandra Brown, o no el tipo de novela de Sandra Brown que yo esperaba encontrar, con algo de intriga y ese tema de la venganza que a menudo incluye en sus historias. No, ésta es una novela romántica sencilla, para leer del tirón, bonita, agradable, y a la que poco más podemos pedir pero a la que tampoco podemos pedir mucho más. Es un Harlequin y eso ya debería darnos la pista de qué podemos encontrar.
La novela está escrita hace ya algunos años, y se nota. Creo que después de la aparición de los móviles e internet, todo lo anterior deberíamos casi considerarlo novela histórica. Con matices, claro, pero debería entrar en una categoría intermedia entre la histórica y la actual. Creo que en un futuro muy cercano será ése el límite que separe una y otra, como hasta ahora lo era la 2ª Guerra Mundial. Porque se nota; la vida diaria y cotidiana ha cambiado. En esta novela lo he apreciado más que en otras, lo distinto que era todo hace sólo 15, 20 o 25 años atrás.
No es una novela para tirar cohetes, pero como digo y resumiendo, es una novela agradable y bonita, para leer en una tarde.
Pues hace poco no sé que libro reciente leí de nuevo y me sorprendió lo histórico que se había quedado con chicas desesperadas esperando en su casa al lado del teléfono y comprobando sus mensajes compulsivamente,,, otro mundo :o)
Y cuando Polyanna me preguntó viendo los 101 dálmatas que era el trasto grande en que hablaba cruella pensé que me había hecho muy mayor: era un teléfono jejeje
Besos,
Palmira
Jajaja, jo, con una niña pequeña se tiene que notar más porque claro, lo que a ella le llama la atención y para nosotras es tan normal…
En este libro lo he notado, porque parece actual pero claro, en alguna escena dan ganas de decirle, “¡coge el móvil, coño!!”… y claro, no hay móvil.
Besos.