Pocas veces una novela de Nora Roberts no cumple mis expectativas. “Jugando con fuego”, me ha encantado, infinitamente mejor que la película que la versiona.
Cuando Reena Hale tiene once años un incendio arrasa con el restaurante de su familia. Entonces es detenido por el delito un vecino, con cuyo hijo la niña había tenido problemas. Es también así como conoce a John Minger, un veterano policía ocupado de la unidad de delitos incendiarios que con el tiempo se convertirá en su mentor, pues decide que la de él será su profesión.
A lo largo de los años, mientras Reena se prepara para convertirse en policía y en conocer todo lo relacionado con el fuego, el mismo fuego parece perseguirla a ella, pues es en un incendio como muere su primer amor.
Bo Goodnight tiene 20 años cuando conoce a Reena en una fiesta universitaria. o, mejor dicho, cuando ve a Reena por primera vez, pero no llega a conocerla porque desaparece de su vista antes de poder acercarse a ella. La imagen de esa mujer se le queda clavada y se convierte para él a lo largo del tiempo en una fantasía hasta tal punto que no sabe si la ha visto en realidad o tan sólo la ha imaginado.
Sin embargo, las cosas buenas y malas de la vida siempre llegan y mientras el peligro acecha cada vez más de cerca a Reena, ésta y Bo por fin convergen en un mismo momento y lugar.
Esta novela me ha encantado, me ha enganchado de principio a fin. La forma en que une la vida cotidiana de una familia normal y corriente con el peligro y el misterio de un hombre que les acecha, atrapa sin remedio desde el primer momento. Con una trama bien llevada y unos personajes que llegan al corazón, con los que es sencillísimo sentir empatía, la novela merece mucho la pena.
“Jugando con fuego” consta de 456 páginas, está publicada en España por Debolsillo y su precio es de 8,95 euros.
