El demonio de Escocia, de Sue Ellen Welfonder

Últimamente con el boom de la novela erótica disfrazada de romántica y con las ganas de apuntarse al carro de todo quisqui y añadir a cualquiera que sea el género que escriben escenas de sexo a porrillo aunque no vengan a cuento, me ha entrado nostalgia de la novela romántica histórica, que si bien nunca fue mi género preferido dentro de la literatura romántica (mi favorito sigue siendo el thriller romántico), sé bien lo que promete y lo que da. Así que aprovechando el montón de novelas pendientes de lectura que tengo aún, he comenzado la serie Highlands, de Sue Ellen Welfonder, que tengo enterita sin leer, y cuya primera novela, El demonio de Escocia, publicó Manderley en España en 2006 y posteriormente (creo que en 2008) Punto de Lectura en formato bolsillo.

Escocia, 1325. Linnet McDonnell es la séptima hija de una séptima hija, y eso la confiere el muchas veces peligroso poder de la videncia. Criada por un padre nada cariñoso, sólo el amor de sus hermanos ha hecho que su vida no sea totalmente infeliz, y con ellos ha aprendido habilidades tan poco femeninas como a defenderse con una daga o el tiro con ballesta. Con semejante panorama, ningún caballero se ha interesado por pedir su mano. Hasta que la petición llega de Duncan MacKenzie, el llamado Venado Negro, antiguo enemigo del clan y del que se dice que fue capaz de asesinar a su propia esposa.

El padre de Linnet no tiene ningún escrúpulo en aceptar la pedida de mano de Duncan. Poco importa si fueron enemigos en el pasado o lo que se diga de él; librarse de su poco femenina y convencional hija es todo un alivio para él.

Linnet está triste por lo rápido que su padre se ha deshecho de ella sin preocuparse por su bienestar futuro y teme que Duncan sea un hombre cruel que le haga llevar una mala vida, aunque en un rinconcito de su corazón alberga la esperanza de encontrar en él ese amor sobre el que cantan los bardos. Sin embargo, Duncan no tiene intención de ser ese caballero que ella espera. Es más, ni siquiera tiene intención de comportarse como un esposo. Su anterior matrimonio fue para él más que suficiente y no se fía de ninguna mujer. La única razón que tiene para desposarse con Linnet es aprovechar su don clarividente para averiguar si Robbie, el hijo de su primera esposa, es también su hijo o, como afirmó la mujer poco antes de morir, es hijo de su hermanastro Kenneth.

La novela me ha gustado, me ha transportado al lugar y a la época y me ha parecido bonita, agradable y fácil de leer. Pienso que quizá en otro momento El demonio de Escocia me habría parecido que el romance queda un poco diluido entre escaramuzas, dudas y peligros, pero la verdad es que en este momento volver a una historia así me ha dado aire, porque acabé de muy mala leche con mi lectura anterior y ésto me ha devuelto las ganas de coger un libro y leerlo en un par de tardes sin el tormento de escenas sosas y repetitivas de sexo que no aportan nada a la historia metidas con calzador para cumplir la cuota que impone la moda vigente.

No puedo decir que El demonio de Escocia sea una novela memorable. Pero ofrece exactamente lo que promete; una historia de romance medieval, con su protagonista masculino tosco, atractivo y aparentemente peligroso pero de bueno corazón, su protagonista femenina bondadosa, ingenua pero con carácter y buenas intenciones, algunos secundarios interesantes, su punto de aventura y peligro, sus escenas de romance, sus escenas de pasión y sus escenas de (comedida) violencia (no entre la pareja, aclaro para que no haya malos entendidos) sin que sobren, ni falten, ni sean unas copias casi calcadas unas de otras dentro de cada categoría. Vamos, como digo, lo que viene a ser una novela romántica medieval en toda regla.

No sé si los libros (éste consta de 438 páginas) ya están descatalogados y sólo pueden encontrarse de segunda mano o dado que se reeditaron sea relativamente sencillo dar con ellos. En principio, este me ha gustado y me parece recomendable para quien le guste el género y la época. Seguiré con la serie y ya os iré contando.