Un hotel en ninguna parte, de Mónica Gutierrez

Últimamente me estaba dando una pereza tremenda empezar libros nuevos. Llevo un verano de muchos abandonos al cabo de unas cuantas páginas, y me atraía mucho más releer que leer. Estaba perdiendo la confianza. Hasta que hace unos días mi hermana tuvo la brillante idea de regalarme una tarjeta de amazon y me compré  algunos ebooks, de los autopublicados de Amazon. Y el primer elegido fue Un hotel en ninguna parte, de Mónica Gutierrez Artero.

Confieso que estaba un poco reticente, porque como he dicho, llevo un verano pésimo de lecturas frustradas, pero enseguida le cogí el gusto porque el argumento era atrayente (mira que me gustan las historias que transcurren en lugares perdidos y alejados del mundanal ruido). Está escrito a base de emails, una novela epistolar en toda regla (ya he leído varias así y pueden tener muchísimo encanto). Empecé a leer con ganas, aunque un poco temerosa por si la relación amorosa que se avecinaba quedaba un poco diluída al estar escrita en forma de carta. He leído libros muy buenos y otros que no lo eran tanto con este recurso, y los que no lo eran tanto pecaban de que la historia de amor perdía algo de gracia y de química al estar narrada a terceros. Afortunadamente, no ha sido así en Un hotel en ninguna parte, y me ha encantado. ¡Si, lo he disfrutado muchísimo! Lo he leído en dos tardes (todavía soy incapaz de leer tantas horas seguidas en digital como en papel), y me ha dejado un sabor de boca buenísimo.

La novela transcurre en un hotel rural, antaño una mansión particular, ubicada cerca de la costa gerundense; un lugar llamado “el bosc de les fades” (el bosque de las hadas), que no aparece en los GPS y al que hay que acceder por un camino destartalado. Allí llega Emma, recomendada por su amiga Anna a uno de los dueños, Samuel Brooks, un tipo mitad español, mitad inglés, serio, preocupado y rodeado de un halo de tristeza. Emma llega para ocupar el puesto de camarera de habitaciones por su dominio del inglés, pues un huesped muy especial se aloja durante el invierno en el hotel; un escritor de gran prestigio, un británico de cierta edad.

Emma nunca ha sido camarera de habitaciones. Su carrera ha ido por otros derroteros, es (o ha sido, en realidad) violinista profesional. Pero una traumática ruptura sentimental ha arrasado con su vida de tal modo que se encuentra sin trabajo, sin casa y casi sin amigos. Lo que no puede imaginar es que en ese recóndito lugar encontrará la paz que necesita, a un grupo de gente encantadora que es como una familia y también, el amor.

Como digo, la historia me ha encantado. Los mails que envía Emma a su amiga Anna, los que escribe Samuel a su madre o los de Tristán (el hermano menor y encantadoramente alocado de Samuel) también a su progenitora, conforman la novela, que nos envuelve en un ambiente bucólico y acogedor, una suerte de oasis de calma y quietud dentro de un mundo estresante, un lugar en el que un grupo de personas trata de salir adelante, unos con decisión y paso firme, otros poco a poco y sin prisas, algunos muy lentamente.

Por cierto que no sé si veo cosas donde no las hay, pero creo que la autora ha hecho un homenaje a la serie “las chicas Gilmore”, haciendo que el recepcionista del hotel no sea un tipo desgradable, hosco y gruñón sin más, sino que además sea francés y tenga la piel oscura.

Me ha gustado mucho la forma de escribir de la autora, y espero seguirle la pista si publica nuevas novelas (no sé si me leerá pero si lo hace, la animo a que siga escribiendo porque puede tener un gran futuro). Además me hace feliz que me haga perder un poco el miedo a los libros autopublicados, que aunque hay algunos que ya espantan con leer la sinopsis (muchas mal redactadas y con faltas de ortografía), sé que hay verdaderas joyitas escondidas y sólo hay que saber o tener la suerte de dar con ellas.

Esta novela  consta de 186 páginas y su precio es de 1,98 euros.