Prácticamente todo el campo alrededor del pueblo ya está cosechado, al menos en lo que a trigales se refiere. Han sido unos pocos días de mucho tráfico de cosechadoras, tractores, camiones y remolques . Ahora, de nuevo, la calma. Me encanta ese silencio sólo roto por sonidos agradables: los cantos de los pájaros, las risas de los niños cuando pasan deprisa en sus bicis o las voces de las personas que salen a pasear. Y poco más.
Que maravilla la tranquilidad y el silencio del campo … que envidia.
Una foto preciosa … y unos pensamientos que también lo son.
Un besito
Un beso, guapa, disfruta del fin de semana.
Que parecidos son los sonidos de tu pueblo y el mío, ayer cuando volviamos de la playa iba viendo atardecer sobre los campos cosechados y tenian un color dorado precioso, ya estaba en casa.
Y seguro que ya se sentía ese olor a seco tan rico de cuando ya se ha cosechado (a mi me encanta). Anchas son las castillas, es verdad, Eva.
Besos.