El escritor vizcaíno Luís de Castresana fue uno de tantos niños de la guerra. Basándose en sus vivencias y en las de otros muchos niños que fueron enviados al extranjero durante la Guerra Civil Española para alejarles del hambre, las bombas y la miseria, escribió su novela más conocida: “El otro árbol de Guernica”.
Esta es una de esas novelas que dejan huella. La leí por primera vez en mi primer año de instituto (lectura obligada) y desde entonces ya he perdido la cuenta de las veces que he disfrutado con su lectura. Incluso vi la película que hicieron basándose en ella y con el mismo título.
El protagonista de esta historia es Santi. Cuando comienza la novela Santi tiene once años (“casi doce”, como repite él) y viaja a Bilbao con sus padres y su hermana menor, Begoña, desde la cercana Baracaldo. Es un domingo, y el recorrido que hacen es el mismo que cada domingo hacen para visitar a los abuelos. Sin embargo ese día de 1937 es especial, porque Santi y Begoña no van a ver a los abuelos, si no al ayuntamiento de Bilbao, donde serán evacuados del país junto con otros niños. Atrás quedan los amigos, su hermano Juanito que ya tiene 17 años y el tío Lázaro, que fue de los primeros en ir a la guerra y de los primeros en volver herido.
Santi y Begoña salen de España a bordo de uno de los barcos de la marina británica, junto a un numeroso grupo de niños, rumbo a la costa francesa. Después de un tiempo viviendo en unas colonias unos viajan a Inglaterra, otros a Rusia, algunos se quedan en la misma Francia y otros, entre ellos Santi y Begoña, van a Bélgica.
Esta es otra historia de la guerra, de todas las guerras, muchas veces una parte olvidada. La historia de los niños y las niñas que deben alejarse de su país, de sus familias, de sus amigos, y marcharse a otro lugar, con otra cultura y otro idioma, para alejarse de la barbarie en que los adultos les han envuelto. De cómo viven esos niños, las dificultades y miedos con los que se encuentran, de sus buenos momentos y de los que no lo son tanto, de las noches recordando un país en guerra (donde aún se encuentran sus padres, quienes aún los tienen) y del compañerismo y la añoranza que comparten.
Una historia muy recomendable para niños a partir de doce años y para cualquier adulto con sensibilidad.
