Con esta novela, se me ha caído un mito. Si, en mis tiempos de casi veinteañera, Ray Loriga me molaba; escribía novelas alternativas y adictivas, tenía un punto canalla muy atractivo, era culto sin ser pedante ni parecer un friki y tenía aspecto de estrella del rock (a lo mejor cosa de su chica, que de algún modo si que era una estrella del panorama musical español, dentro de lo que cabe). Hace poco me topé con una novela suya, escrita al parecer hace un par de años, y que recientemente se ha editado en formato bolsillo: “El bebedor de lágrimas”. Un título extrañamente sugerente. Y entusiasmada me dispuse a leerla. El entusiasmo me duró poco más de un capítulo y si pasé del tercero ha sido por respeto a la adolescente que fui y los gustos que tuve; tenía que dar un márgen de confianza a algo escrito por este autor. ¡Error, terrible error! No sólo yo no soy la misma de entonces (renovarse o morir) si no que él no se parece en nada al escritor que fue.
Adela, una joven pretenciosa, llega a la universidad de Carnwell con unas ideas muy claras de lo que no quiere en la vida, y que es justamente todo lo que deja atrás; una vida aburrida en un pueblo aburrido, rodeada de gente aburrida. Enseguida conoce a Laura, una chica elegante y comunicativa, que parecer saber muy bien cómo funcionan las cosas en el lugar, por el que han pasado a lo largo de los años, muchas mujeres de su familia. Laura, popular y poderosa, acoge bajo su tutela a Adela, quien piensa que a su lado, triunfar será mucho más sencillo.
Dice una leyenda local, que unos cien años atrás, una chica prometida en matrimonio fue engañada por un falso enamorado para luego ser cruelmente despreciada. Dicen que sus lágrimas hicieron llegar hasta ella a su prometido, quien se vengó del falso enamorado matándolo sin piedad, para después despedirse de su amada. Y dicen que, desde entonces, el Bebedor de Lágrimas continua vagando como alma en pena por Carnwell con el propósito de vengar a toda chica engañada por un hombre.
No sé por dónde empezar a decir todo lo que no me gusta de la novela, que es mucho y variado. Para empezar, me da la impresión de que a Ray Loriga no le apetecía una leche escribirla. No sé si lo ha hecho por moda, porque pensaba que se vendería pues es lo que quiere leer una buena parte de jóvenes o por encargo, pero da la impresión de no creerse nada de lo que cuenta, y claro, eso se transmite al lector, que también termina por no creerse nada de nada.
Para seguir, diría lo mucho que me cabrea leer una novela corta (aunque se me ha hecho eterna, me ha costado horrores pasar de capítulo en capítulo, cosa que sólo he hecho, como he dicho antes, porque hubo un tiempo en que este escritor me gustaba bastante) y que ésta no tenga un final claro porque al autor, al editor o a ambos les ha salido de las narices que sea la primera parte de una serie y te deja no con la miel en los labios (porque la verdad, me importa un pepino cómo siga, bastante he tenido ya con ésta novela como para leer la siguiente) si no sin un final en condiciones, no abierto, no, si no inacabado.
La novela se presenta como una saga literaria ambiciosa (pues será ambiciosa pero como deseo de serlo, no como logro), y como cross over, que es algo así como que puede leerse desde distintas edades pues se obtendrán distintas lecturas de ella. Vale, igual no me he explicado bien yo, pero una cosa os digo: tengáis la edad que tengáis, la novela no vale la pena. Y es que tengo la impresión de que para los adolescentes, Ray Loriga se excede con la retórica, y para los lectores más experimentados, resulta de un cansino, repetitivo, vulgar y comercial (en el peor sentido de la palabra) que tira de espaldas. Y encima peca de pretencioso en muchas de las frases del narrador que podían ser incisivas o irónicas y que quedan casi en mezquinas, más que otra cosa.
Y antes de hablaros de los personajes, tengo que destacar el tema de los diálogos. Patéticos. Los que entablan los personajes femeninos tienen un pase, pero los que se dan entre los masculinos son terribles, vacíos, tontos y me niego a creer que ni los universitarios ni los fantasmas (si hubiera de estos en la vida real) hablen así. ¡Dan ganas de darles una colleja y un libro de sinónimos y antónimos, amen de una entrada permanente a la biblioteca pública más cercana, a ver si aprenden a hablar como en ese famoso método de inglés, no ya con más de mil, si no al menos con más de medio centenar de palabras!
Dicho todo lo anterior, la novela sólo la podían salvar una trama interesante y unos personajes atractivos. Pues no, ni lo uno, ni lo otro; la trama es vulgar, previsible, ya vista/leída/escuchada centenares de veces antes. Y los personajes (salvo, quizá, el inspector de policía que es un simple personaje secundario y del que no hablaré más) son unos tarugos, por usar sólo un adjetivo y no ser muy cruel. Especialmente la protagonista, Adela, que es un personaje totalmente incoherente y que me ha caído fatal ya desde el segundo capítulo.
Total, que como veis, la novela me ha parecido un horror. Todo lo interesante que tiene es el título, y tampoco es que lo sea en exceso. Así que no puedo recomendarla, lo mejor que puedo decir de ella es que si la veis en una estantería, os alejéis de ella.
La novela, editada en bolsillo en España por Punto de Lectura, consta de 300 páginas y su precio es de 8,99 euros.
Me llamaba la atención por la portada y el título y como no es muy cara la tenía en mi lista de pendientes.Pero si es así me parece que paso.Con esos 8,99 y poco más me llevo a mi niño al cine que hoy dia del espectador es más barato.Bss
Mari, a mi me ha defraudado mucho, si tienes mucha curiosidad prueba a ver si la tienen en la biblioteca, pero la verdad es que yo no puedo recomendarla, si no todo lo contrario.
Un beso, guapa.
Jajaja, me suena el autor aunque no he leído nada suyo, desde luego tampoco me animo. Se nota que la novela te ha horrorizado.
Jo, ¡y tanto! Si hubiera llevado otra firma ni me había molestado en acabarlo.
Un beso.