Mujeres de guerra, de Helen Bryan, es una novela que me ha gustado mucho, y que me ha tenido atrapada un par de días. Probablemente, también me tendrá unos cuantos pensando en ella y en las historias de un tiempo en que el mundo estaba en guerra.
Inglaterra, 1995. Cuatro mujeres mayores, casi ancianas, se reunen después de 50 años para celebrar el Día de la Victoria Europea, el fin de la 2ª Guerra Mundial para este país. Pero no sólo han vuelto al pequeño pueblo de Crowmarsh Priors para recordar y conmemorar. También para atar cabos que han permanecido sueltos durante décadas y, tal vez, ajustar cuentas con el pasado.
Durante la 2ª Guerra Mundial en Inglaterra muchos niños/as menores de 15 años fueron enviados a zonas rurales para alejarlos de los bombardeos que asolaban Londres. También se crearon cuerpos especiales formados por mujeres para llevar tareas de todo tipo; evacuar a esos niños, cuidar de soldados enfermos, vigilar ciertas zonas, favorecer los huertos y cultivos para mantener la soberanía alimentaria de la población civil, y otras tareas y labores. En la pequeña población rural de Crowmarsh Priors, 5 mujeres jóvenes con nada que ver entre si, terminan formando parte de uno de estos grupos y forjando una alianza que no sólo las permita sobrevivir, sino que también en secreto las ayude a salvar a sus seres queridos.
Una díscola joven de la alta sociedad aficionada a saltarse las normal y provocar escándalos, una adolescente llegada de una de las zonas más degradadas de Londres, la hija del antiguo párroco de la localidad plantada por su prometido, una jovencísima recién casada americana que apenas ha pasado unos días con su marido antes de que éste se embarque y una muchacha judía austriaca encinta cuyo marido trabaja para el Gobierno Británico en el Gabinete que Guerra, son las 5 mujeres que protagonizan esta novela.
En un principio me costó un poco ubicar a cada personaje y conocer su lugar en la historia. Despues, le fui cogiendo el gusto a medida que iba siendo consciente de quién era quién y todo mejora aún más en el momento en que empiezan a interactuar entre ellas. Es una novela que va creciendo en interés. Empieza suave y a medida que vas leyendo, va aumentando la tensión.
No quiero contar mucho porque es de esos libros que a nada que cuentes algo, corres el riesgo de destrozar todo. Pero quiero destacar el inesperado, sorprendente y magnífico corto capítulo final cuando creí que la novela ya había terminado. Me alegró mucho. Más que el “final” de las protagonistas, el del ojo por ojo.
Sé que la novela tiene muchos fallos de ambientación. Me ha sorpendido sobre todo que no veo el hambre en ella, ni el terror salvo en momentos muy contados. Sabéis que me fijo mucho en las comidas de las novelas y aquí hasta en plena época de racionamiento extremo, invierno y años de guerra detrás, hay lo que podríamos llamar auténticos festines. Entiendo que quiera hacer a las protagonistas listas, avispadas, apañadas. Pero creo que se excede hasta el punto de resultar increíble. No me ha impedido disfrutar de la novela, pero creo que hay que destacarlo a la hora de valorarla. Son cosas que no se ajustan a la realidad.
Dicho todo esto, a mi me ha gustado la novela. Y al fin y al cabo, como leo por placer, eso es lo que para mi cuenta. Si también es lo que cuenta para ti, podría gustarte. Si te sacan de quicio ciertos desajustes de ambientación, quizá no sea la lectura que te agrade.