Durante años se consideró romántico regalar libros de poesía; hoy en día parece que la literatura lírica es un reducto para románticos empedernidos y para mucha gente, algo de cursis redomados. No corren buenos tiempos para el género e incluso en las bibliotecas públicas es difícil encontrar alguna novedad poética; casi todo lo que tienen en sus baldas sobre poesía son los clásicos que sólo consultan los estudiantes para sus trabajos de literatura. Una pena.
Visto lo visto, he pensado que no está de más volver a los clásicos para introducirse en un mundo (el de los poemas) que parece lejano e inhóspito, y así poder abrir los sentidos para deleitarse con algo más nuevo. ¿Eres de los que no te has acercado a los poetas consagrados en lengua castellana desde que saliste de las aulas? Tranquilo, cualquier momento es bueno para algo que merece la pena. Te propongo que te pierdas entre los versos de uno de esos poetas cuyo nombre te viene a la cabeza al nombrar la palabra poesía antes de decidir que ella (la poesía) no forma parte de tu mundo.
¿Hay algo más conocido y a la vez desconocido que las “Rimas” de Becquer? Todos hemos oído hablar de ellas, incluso podemos recitar algunos de sus versos sin tener que forzar las memoria, pero ¿cuántos las hemos leído despacio, recreándonos en sus palabras, por el simple placer de perdernos entre sus líneas? El genio del romanticismo, aún es capaz de conmover a quien se acerca a su obra con la mente abierta y sin prejuicios. Al igual que su coetáneo Espronceda, cuya “desesperación” leída con sentimiento roba el aliento no sólo de las adolescentes más sensibles, si no de cualquiera con un mínimo de sensibilidad.
Más modernos pero no menos famosos, los versos de Neruda son capaces de despertar sueños dormidos. Los más conocidos continúan siendo los que conforman “20 poemas de amor y una canción desesperada” (“me gusta cuando callas…”), y leídos con sentimiento, entonados en voz alta, son capaces por si solos de transformar cualquier atmósfera cotidiana en un mundo diferente.
Otro clásico de adolescentes (tal vez de generaciones pasadas, pues no veo yo a los de hoy en día preocupándose por leer estas cosas, aunque afortunadamente siempre hay excepciones que no se dejan arrastrar por la vulgaridad y la moda imperante) sensibles son los poemas de Rubén Darío (“Lo fatal” o “Margarita, está linda la mar“) o de Juan Ramón Jimenez ( “Nocturnos“) .
Las “Redondillas” de Sor Juana Inés de la Cruz aún podrían blandirse como defensoras de la mujer y en contra del machismo, tantos años tienen y tan modernas (por suerte o por desgracia) continúan siendo sus palabras.
Más cercano en el tiempo y desconocido pero no por ello menos recomendable es el poema “la mano de Onán se queja” de Manuel de Cabral, o el de Torcuato Luca de Tena “Vientos de ayer”. Ambos, aunque muy diferentes entre si, me conmueven cada vez que los leo.
¿Y tú, lees poesía? ¿Crees que es bueno acercarse a los clásicos de vez en cuando? ¿Cuál es el poema clásico que más sentimientos despierta en ti?
Pues a mi también me encanta la poesía y es una pena que hoy en dia la mayoría de la gente lea tan poco.
Uno de mis poemas favoritos es Elegía de Miguel Hernández, no sé las veces que lo habré leído asi como a Becquer……
Marhya se me olvidó decirte ayer que te he agregado a mis enlaces. Espero que no te importe.
Un besito.
Samira, cómo me va a importar, todo lo contrario.
Pues ahora no caigo en cuál es ese poema de Miguel Hernandez casi que solo recuerdo las nanas de la cebolla (¿se llamaba así o me lo estoy inventando?) pero esta misma tarde voy a buscarlo y leerlo.
Un beso muy grande.
Samira, ya lo he leído: “yo quiero ser llorando el hortelano…”.
De verdad que es conmovedor. Gracias por dármelo a conocer.
Me encanta la poesía, y no debes de dejar de leer a Gioconda Belli o Mario Benedetti.
Como te acabo de dejar en el otro tema, los buscaré en la biblioteca. Ya me he quedado con las ganas, je,je.
Un saludo.