Cuando las mañanas de verano amanecen frescas y el cielo de un azul limpio, es una gozada abrir bien las ventanas y escuchar los sonidos del verano; los pájaros que trinan, el canto de un gallo a lo lejos, los gritos y risas de los niños que hacen carreras en bicicleta, el susurro del viento…
Que diferentes los sonidos, los olores, las sensaciones, la fauna que nos rodea de los veranos de hace unos años, cuando me despertaba mucho antes que el timbre del despertador los servicios de limpieza municipales y las furgonetas descargando en la panadería de la esquina.
¡Que bonitos son los veranos en el pueblo! Y el otoño, el invierno, la primavera…