Hace unos días os hablaba sobre la novela Rhett Butler; hoy os quiero hablar sobre la cocina de Rhett Butler, no el personaje, sino la novela.
Seguramente muchos recordaréis una escena de la película “Lo que el viento se llevó“, versión de la novela homónima e íntimamente relacionada con esta relacionada con la comida o, mejor dicho, con la falta de ella “…a Dios pongo por testigo que jamás volveré a pasar hambre“. En “Rhett Butler” , que en buena parte transcurre al tiempo que “Lo que el viento se llevó” , encontramos platos opulentos y otros de circunstancias, antes, durante o después de la guerra, de las mejores mesas sureñas a los platos de pura supervivencia de los tiempos del hambre.
Encontramos platos que son la comida de los esclavos en las plantaciones, como es el caso de las judías verdes con harina de maíz, la sopa de patatas que es el alimento para los soldados heridos en la batalla o mesas abundantes con hogazas de pan de maíz, estofado de carne con verduras y tarta de pacana o carne asada, jamón y whisky.
Rhett y Scarlett se conocen en una barbacoa celebrada en Doce Robles para celebrar que se prometen en matromonio Ashley Wilkes y Melanie. Allí vemos que se sirven carne de cerdo, ensalada de patatas y pastel de fruta y especias picadas. Y es que la comida está presente, como la vida misma, en los momentos más importantes de la vida de las personas.
Hay una escena importante en la que Rhett sale momentáneamente de la cárcel en la que la comida es escasa y mala y alguien que le tiene entre miras desde el pasado pues siempre quiso ser bien mirado por él y nunca lo consiguió, en que se sirve de la comida para tratar de doblegarlo a su antojo. Por delante suyo pasan codorniz y champán, arroz integral, batatas, hortalizas fritas, mollejas, bizcochos desmenuzados…
En otra escena, asistimos a un desayuno familiar de Scarlett y Rhett. “El día de ella empezaba con caricias y lionesas, y el café más negro y amargo que hubiera saboreado jamás. – Querida, tienes mermelada en la comisura de los labios. -Lámela“.
Entre los platos que se nombran y que ya están anotados en mi libreta de recetas de novela, están los pastelillos de jengibre y la sopa, la crema fría de remolacha con patatas y los buñuelos, las cazuelas de carne y verdura al horno y las galletas de avena.
Ojalá tenga pronto tiempo de imaginar, crear y llevar a la mesa y a este blog alguna de ellas.
Pues espero que pronto publiques alguna que otra interpretación de las recetas que te han llamado la atención en la novela :o)
Besos,
Palmira
Tendré que ponerme manos a la obra, al estilo sureño, jejeje.
Besos.