Ecos del pasado, de Charlotte Link

Ecos del pasado, de Charlotte Link, es uno de los últimos libros que he leído. Una novela de intriga y misterio en la que hasta lo que parece previsible resulta no serlo tanto y en la que uno no sabe por qué los protagonistas de la misma lo son hasta bien avanzada su lectura.

Virginia y Frederic Quentin pasan con su hija Kim de 7 años las vacaciones en su casa de la isla de Skye. El verano está a punto de terminar, y las expectativas para el otoño difieren entre ambos miembros de la pareja. Frederic espera ascender en un carrera política y un poco más de implicación en ella por parte de Virginia, a la que cada vez nota más distante y extraña, más temerosa del mundo y las relaciones sociales. Sería feliz si ella decidiese vivir en Londres, donde él pasa casi todo el tiempo y no en la casa familiar en Hunstaton.
Virginia, por el contrario, espera no tener que salir mucho de su casa, el refugio en el que se siente a salvo de todo, sin tener que tratar con desconocidos.

Una noche de finales de agosto un carguero arremete contra la embarcación de un matrimonio alemán, los Moore, Nathan y Livia. Ambos se salvan pero se quedan sin nada ya que todos sus bienes estaban invertidos en la embarcación y lo que transportaba. Dado que Livia ayudó unos días en las tareas domésticas a los Quentin y que la pareja se encuentra sola y desamparada en un país desconocido Virginia siente que debe ayudarles. Sin embargo, Frederic enseguida siente un rechazo frontal hacia Nathan. Incluso mucho antes de saber que este hombre puede romper el frágil equilibrio en el que se sustenta su vida familiar.

Por esas mismas fechas una niña de 4 años desaparece en la playa. Todo apunta a una negligencia de la madre, una chica soltera muy joven que la dejó sola demasiado tiempo. Pero lo cierto es que pese a estar el lugar lleno de gente nadie recuerda haber visto a la pequeña. Cuando Virginia lo escucha en las noticias siente empatía hacia esa madre sin saber que ese asunto puede tener más que ver con ella de lo que imagina.

Ecos del pasado es una novela que me ha gustado mucho. No es exactamente para leer del tirón porque son más de 500 páginas que conviene leer con ganas pero sin saltarse un renglón. Es estupenda para un fin de semana desapacible de esos en los que apetece pasarse horas leyendo.

En ocasiones todo parece previsible, aunque solo algunos pequeños detalles lo son. Lo verdaderamente importante, los giros relevantes, son sorpresas para el lector y eso es algo que valoro mucho en este tipo de novelas.

Durante muchas, muchas páginas, una no tiene claro por qué los personajes protagonistas lo son y qué tienen que ver con estos otros hechos que se narran y que ocupan muy pocas páginas pero que son tremendamente impactantes. Sabes que en algún momento las historias convergerán de alguna manera pero ni idea de cuándo, cómo, ni por qué. Y esa es otra cosa que me ha gustado de la novela.

Porque es Virginia al fin y al cabo la protagonista de la historia, un personaje sin nada aparentemente llamativo, que se siente un poco perdida en la vida tranquila que lleva. Es una mujer con tendencia a la melancolía y sin interés por la vida social. Es fácil empatizar con ella desde el inicio y preguntarse la deriva que tomará el personaje y el por qué de su peso en la historia. No todas las cábalas e hipótesis podrán ser acertadas.

Agradezco que la intriga equilibre su peso con la trama aparentemente cotidiana, hasta cierto punto, de los Quentin. Que la parte más dura no sea morbosa ni ocupe la totalidad de la novela. Y que todo tenga sentido al final, sorpresas incluidas. Siempre sin perder el halo de misterio, la intriga por qué pasará en el capítulo siguiente, por cómo terminará todo para cada uno de los personajes.

No había leído anteriormente ninguna novela de Charlotte Link, pero visto lo que me ha gustado esta no tardaré en buscar otras de las que tiene publicadas en castellano. La recomiendo si te gustan las novelas de intriga no policíacas ni morbosas. Nada tiene que ver con thrillers románticos, eso sí lo destaco para no inducir a error.