Nosotros después de las doce es una novela de Laia Soler, muy diferente a lo que suelo leer. Aunque no me gusta poner etiquetas a mis lecturas entiendo que a veces son necesarias para saber ante qué tipo de libro estás, pues no todos estamos dispuestos, preparados o abiertos a leer todo tipo de libros. Para mi esta es una novela juvenil de realismo mágico o una novela romántica adolescente con ligeros toques de magia.
Por la sinopsis editorial y al catalogarse de fantástica puede dar la impresión de que la fantasía y los mundos fantásticos tienen más presencia en la historia. Realmente la magia es imprescindible para la trama, pero no tiene un peso excesivo. Señalo esto no como bueno o malo, sino para que quien se acerque a ella tenga un poco más claro lo que se va a encontrar. Yo no entendí bien que era una novela adolescente y que la fantasía iba en pequeñas dosis, y creo que por ello empecé a leer con unas expectativas que no terminaban de cuajar, lo que me hizo no estar tan abierta a lo que la autora contaba. Y pienso que por ello no he terminado de disfrutar de esta historia.
Aurora vive en Valira, un pequeño pueblo entre montañas cuajado de leyendas locales. Es el verano que empieza tras el último curso de instituto, y tiene mucho de despedida y de finales. Claro que más para otros que para ella, que aún no sabe qué va a hacer con su vida y, de momento, va a quedarse en el pueblo. Así pasará más tiempo con el abuelo, que ha estado enfermo, un hombre afable que posee un carrusel mágico. Aunque, lo de la magia, realmente sea un secreto de familia.
Al principio del verano vuelven a Valira dos personas que han sido importantes en la vida de Aurora: Erin y su hermano Teo, quienes han vivido los dos últimos años en Barcelona tras toda una infancia y principio de la adolescencia viviendo en el pueblo. Y con ellos regresan algunos recuerdos, aunque puede que cosas importantes que vivieron permanezcan en el olvido por un golpe de magia.
Lo que más me ha gustado de Nosotros después de las doce es la forma tan bonita, agradable y dulce de narrar de la autora. Incluso en escenas cotidianas logra darle un toque especial a lo que cuenta. Describe bien los ambientes sin extenderse demasiado en las descripciones, y hace que te sientas parte de ello, dentro del lugar, que respires lo que cuenta. Eso es muy bonito.
Lo que menos, la trama en sí a la que no le he visto interés alguno. No me ha llamado la atención y no me motivaba a seguir leyendo. Además no me intrigaba saber qué pasaría. Algo que es un poco triste en una historia con secretos y algo de magia. Me ha costado por ello encontrar el momento para terminar el libro una vez empezado, y después de hacerlo tampoco he sabido ver dónde estaba lo interesante de la misma. No soy el público ideal para este tipo de historias, pero estoy segura de que muchísima gente sí lo es y disfrutará de su lectura.
En definitiva, no puedo decir que Nosotros después de las doce sea una novela que me haya gustado y haya disfrutado. Pero sé que es más cuestión de mis gustos, apetencias y expectativas que de la novela en sí. Y entiendo que lo que tiene puede hacer que no solo guste, sino que encante, a otras personas.
