La separación, de Dinah Jefferies, es la primera novela que leo de esta autora. Pero no será la última, porque me ha gustado su forma de narrar. Además, siempre agradezco leer novelas entretenidas ambientadas en lugares poco habituales y en este caso la autora ha vivido de niña en la época y lugar en que transcurre la trama de esta novela.
De qué va La separación
Malasia, 1955. Lydia Cartwright regresa a casa después de pasar varias semanas cuidando de Suzanne, una amiga enferma. Por un lado está contenta de regresar a casa, deseando ver a sus hijas, Emma y Fleur, pues nunca ha pasado tanto tiempo separada de ellas. Pero también algo triste pues su amiga deberá regresar al país del que ambas proceden, Inglaterra, en un pulmón metálico.
Pero cuando Lydia llega a casa nada es como había imaginado durante el viaje de regreso al hogar. No hay nadie para recibirla. Ni su marido, ni sus hijas. Tampoco encuentra a nadie del servicio. Si se han marchado voluntariamente, no han dejado ninguna comunicación de dónde pueden estar ni por qué se han marchado. Si se han visto obligados, no hay rastro de violencia en la casa que se lo indique.
En un país convulso, repleto de peligros, en una época en la que la selva está llena de guerrilleros y bandas armadas, Lydia inicia la búsqueda de su familia rumbo al norte, donde todo apunta a que pueden haber ido.
Sin embargo, no lo va a tener fácil. Se va a encontrar con más obstáculos de los que imagina. Y, lo peor, es que pese a la angustia de no saber qué está pasando no es consciente en ningún momento de la gran traición que está sufriendo.
Mi opinión sobre esta novela de Dinah Jefferies
Me ha gustado La separación a pesar de que el final es un poco rápido y el epílogo demasiado cercano en el tiempo a éste para mostrar una resolución más completa y conocer mejor el final de los personajes más importantes con la perspectiva que solo da el paso del tiempo.
Al leer la novela el lector conoce en todo momento la verdad que Lydia ignora: dónde están su marido y sus hijas. Y por eso las aventuras, desventuras y avatares de Lydia en su búsqueda resultan aún más angustiosos. No es un spoiler, tranquilo, en la tercera página de la novela ya lo vemos.
La separación está narrada en capítulos alternos por dos personajes: Lydia y su hija mayor, Emma, que al inicio de la novela aún no ha llegado a la adolescencia. Mientras la narración de Lydia es más lenta en el tiempo, la de Emma abarca un plazo de tiempo es más larga. Lo que ocurre en el mismo número de capítulos son pocos días de la vida de Lydia y muchos meses en la de Emma. Y eso hace que aumente el deseo por saber qué es de Lydia mientras tanto y si en algún momento se reencontrarán madre e hijas.
La lectura me ha gustado mucho. Y si el epílogo hubiera sido más largo y completo, si no hubiera dejado en el aire a un personaje importante en el final de la trama (no lo voy a nombrar porque eso sí que sería contar demasiado) sería perfecto. De esta manera y sabiendo que no existe una segunda parte de la historia, no lo entiendo y lo hecho en falta. No es determinante dentro del tema principal de la trama ni afecta a su entendimiento o resolución. Pero es una pena y no le veo el sentido porque es lo que evita que sea una novela redonda que se termine con la sensación de haber disfrutado de una buena lectura.
Tanto Lydia como Emma son mujeres fuertes. Bueno, Emma aún una niña, pero vemos su fuerza interior, su convicción y cómo le acompaña en su desarrollo). Y eso es algo sobre lo que siempre me gusta leer.
Cuestiones como la esperanza, la traición, la supervivencia, el amor, el sacrificio, son solo parte de una trama que básicamente se centra en la separación de la familia pero que contiene mucho más en ella.
