La novela “Tuya a medianoche”, de la autora estadounidense Lisa Kleypas, es la primera de su saga Los Hathaway, y está directamente emparentada con otra exitosa serie de la autora, la de Las Wallflowers. La novela comienza su acción en la Inglaterra de 1848 y está protagonizada por Amelia Hathaway, una mujer de 26 años (una edad a la que por aquel entonces las mujeres ya estaban consideradas unas solteronas) que tiene la difícil tarea de ocuparse de sus hermanos, ninguno de los cuáles se lo pone demasiado fácil aunque de un modo muy diferente en cada caso.
Si tienes curiosidad por saber qué tipo de comida se servía en aquella época y lugar entre las clases medias y las acomodadas, un paseo por las páginas de la novela y los platos que se sirven en diferentes escenas pueden darte una idea y de paso abrirte el apetito. Quizá hasta te sirvan de inspiración para la realización de algún plato.
Las sopas están muy presentes y es que además del caldo podemos leer preparaciones tan sugerentes como la sopa de salmón con eneldo, la sopa de queso con tropezones de alcaravea, la sopa de berros aderezada con faisán y la sopa de setas regada con natillas (es de suponer que saladas, como el flan salado que se añade a muchos consomés) y brandy.
También las carnes tienen una presencia importante y muy especialmente las aves de caza. Entre los platos cárnicos que jalonan diferentes escenas de la novelas nos encontramos con las mollejas de ternera en salsa bechamel, las perdices en un lecho de finas hierbas, los pasteles de paloma, la agachadiza asada, los pasteles de carne de cerdo o las lonchas de jamón.
Además la autora nombra algunas preparaciones tan sugerentes como las bolitas de almendras mojadas en leche o las empanadas de puerro, manzanas y peras, que por su sólo nombre ya dejan volar la imaginación y nos hacen pensar cómo podían elaborarse en nuestras cocinas.
Pero si hay una preparación culinaria que me llamó la atención en la novela es el pan de jengibre “cazamaridos”. Os podéis imaginar el por qué del nombre, ¿verdad?
¿Será que el jengibre tiene propiedades afrodisiacas y no lo sabíamos?
Vaya hambre que me acaba de entrar, rica, si lo sé no vengo… 😉
Besotes!!!
Debe ser muy interesante poder encontrar las recetas originales y volver a probar o reinventar lo que se hacía en dicha época.
Jajajaja, leyendo tu entrada me parece imposible que yo la haya leído. No recuerdo nada de lo que cuentas y es que, además de que hace tiempo que lo leí, suelo pasar muy por encima de esos detalles. Me fijaré más cuando lo relea.
Me encanta la manera en que resaltas los detalles de las novelas, a veces me gustaría poder viajar al pasado y probar las cosas que se comían de verdad con los ingredientes de la época.
Creo que uno de mis mejores recuerdos de adolescencia es cuando los profes organizaron una cena romana con recetas de la época (y nosotros vestidos de romanos, que conste jejeje).
Besos y feliz finde,
palmira
jajaja, gracias por el piropo!! 😉
Besos.
Es verdad, sería interesantísimo.
Besos.
jajaja, si es que al final siempre veo comida mire donde mire, parezco Carpanta.
😉
¡Besos!
Debió ser muy divertido, Palmira. El año pasado organizaron una cena de la época en una villa romana que hay aquí cerca (relativamente) pero no tuve oportunidad de ir.
Besos.
Si un día puedes, acepta y ve sin remordimientos porque son cosas que pocas veces se pueden vivir :o)
Besos,
Palmira
Este verano no he visto que lo organicen, hay otro tipo de actividades, charlas, cursillos, etc… pero esto no lo he visto. Si alguna vez tengo la oportunidad, ya os contaré.
Besos.