Hace unos pocos días (aquí) os hablé de una novela que me ha encantado leer, “El libro de los veranos”. Lo que no os dije entonces es que la novela está repleta de referencias culinarias que hacen que se te haga la boca agua y que componen el universo de recuerdos de la protagonista y narradora de la historia, Beth. En su memoria de los largos inviernos ingleses y las breves vacaciones estivales húngaras, la comida está siempre presente, muy especialmente en lo que al país centro europeo se refiere. Tanto, que además de ambientar a la perfección la historia ha logrado que me intrigue un montón la gastronomía de dicha región y esté loca por encontrar un buen recetario de cocina tradicional húngara traducido al castellano (¿no conocerás tú alguno para recomendarme? ¿Ni en inglés?).
Hungría no es sólo goulash y cervezas, los recuerdos de Beth están repletos de barbacoas, limonada, helados de cereza ligeramente picantes, licores caseros, zumos de frutas, jugosas sandías, helados de sabor a melón con pasas, refresco de uvas o sopa fría de cerezas, entre otros platos. Y pimentón (paprika), mucho pimentón.
Pocos meses después de la caída del muro de Berlín, Beth y su familia viajan a Hungría. Su madre, Marika, se marchó de allí siendo una niña aún y entre las personas con las que se reencuentra en el país están unos antiguos amigos de sus padres. “Marika dijo que recordaba haber tomado con ellos grandes tazones de sopa de pescado en la mesa de la cocina de sus padres. Zita traía porciones de su famoso pastel de miel enrolladas en su delantal, en cuyos pliegues escondía pegajosas migas. Tibor y su padre cascaban nueces juntos, sentados en el estrecho balcón. Tiraban los trozos de cáscara al patio, y de vez en cuando le daban una, que la pequeña Marika cogía como si fuera un beso; un sabor a madera con regusto metálico. A mi me sonaba como los recuerdos más viejos: borrosos pero vigorosos”.
En ese primer verano húngaro de Beth, al borde del lago Balatón o en la campiña húngara, comienzan a marcarse las diferencias entre los progenitores de Beth, su correcto padre inglés, su imperfecta madre húngara. Dos mundos diferentes que para un buen observador aparecerían claros y diáfanos: Eran días repletos de reencuentros, comida y bebida. “No era cualquier tipo de fiesta, era una fiesta szalona. Lo suyo era sentarse en círculos, y tostar pedazos de carne en forma de abanico sobre el crepitante fuego. Todos tenían su propio palo, y justo cuando la grasa estaba brillante y se empezaba a derretir, cogías un trozo de pan y lo depositabas encima, echándole pimentón, sal y pimienta; después te lo comías rápido y te quemaba la boca. Los adultos adormecían sus lenguas con licor, en botellas de un líquido transparente con etiquetas caseras, lo que hacía que rompieran a cantar canciones escandalosas y que las lágrimas saltaran de sus ojos”.
En los siguientes veranos húngaros de Beth, seguimos descubriendo, al tiempo que sus muchos recuerdos, platos locales como el langos o galuska, el tesoro de cariño que encierra una tarta casera de frambuesas o los bizcochos de miel con cerezas y almendras, la ensalada de pepino aliñada con crema agria y espolvoreada con pimentón y el porkölt (un espeso estofado de ternera del color del barro, con pequeños pedazos de carne y brillantes hilos de cebolla), la sopa de pescado coja por el pimentón y las mazorcas de maíz rebosantes de mantequilla, el somloi galuska, los pescados enteros al horno o los aguardientes caseros, entre otras.
Así que desde hace unos días estoy cautivada por una gastronomía que sólo he probado con la imaginación, ya veis. Y que estoy deseando poner en práctica en mi propia cocina, si encuentro alguna fuente fiable de recetas tradicionales húngaras. ¿Alguna recomendación? Si habéis probado la cocina húngara, ¿qué es lo que más y lo que menos os ha gustado, lo que permanece en vuestra memoria y lo que más os ha impactado?
Me ha gustado lo que cuentas de este libro. Lo busco para los últimos días de verano y vacaciones.
Ana, es una novela muy bonita, espero que disfrutes de su lectura como lo he hecho yo.
Un beso.
No tenía ni idea de gastronomía húngara pero si te sigue picando la curiosidad y te animas a preparar algún plato compártelo, por favor.
Lola, a ver si encuentro recetas fiables en castellano o por lo menos en inglés, tengo que mirar a ver si en Amazon tienen algún recetario decente a un precio moderado (¡por pedir!).
Un beso.