Hacía mucho tiempo que tenía parada la sección “de cocina y literatura“, y no por gusto propio, es que hace mucho tiempo que no me encontraba con ningún libro en el que ésta tuviera cierta presencia. Pero para romper la larga racha ha llegado “Los ojos del bosque”, de Lydia Leyte.
Si hay una preparación culinaria que tenga importancia en la trama de la novela, esta es la galleta de nata. Por suerte o por desgracia no tenía nata en casa mientras la leía, porque me daban unas ganas tremendas de prepararlas y, sobre todo, de comerlas. Las galletas de nata que prepara la vieja Amparo, la fiel sirvienta de la familia Olabide según la receta de la abuela Julia sirven, entre otras cosas, para agasajar invitados, para curar los males del alma de los seres queridos o para demostrar, a quien se creía enemigo, que se le considera ya parte de la familia. Una se imagina el olor de la cocina del torreón Olabide a media mañana, oliendo a galletas horneándose y a café recién hecho y es capaz sin nada más que añadir de sentir lo acogedor del lugar.
Las galletas de nata de la novela sólo podrían rivalizar en importancia con una menestra de cordero capaz de salvar una vida. Pero para saber de qué manera, tendréis que leer la historia, por la que pasan preparaciones tan caseras y acogedoras como las gentes de la zona navarro-riojana en la que transcurre la misma; bizcochos de manzana, tartas de calabaza…
Cristina se crió en Biarritz, donde vivió con sus extravagantes padres en su niñez, y más tarde con los Gaumont a la muerte de los primeros. Para la protagonista de “Los ojos del bosque”, Nathalie Gaumont es lo más parecido a una verdadera madre que ha tenido en la vida, más incluso que la suya propia y biológica. En el aniversario de la muerte de sus padres, Cristina regresa a la ciudad para estar primero con los abuelos maternos y después con los Gaumont. Y en la novela vemos cómo por primera vez lo hace acompañada por un hombre, Bruno, el protagonista.
“ Como cada año, sobre la mesa se había colocado el resplandeciente menú de hilo blanco, con la vajilla de porcelana de Limoges, adornada con pequeñas florecitas rosas y azules, y las copas de fino cristal.
-Este año también tendremos tu menú favorito. ¡Ay, Bruno! De niña ya se volvía loca por el foie. Todos los años nos obligaba a poner la misma cena, así que ya ha quedado institucionalizada.
Ella rió por primera vez en todo el día, haciendo un ostentoso gesto como de relamerse. Esa noche habría sopa de pescado, con la rouille y las tostadas de baguette, foie fresco a la plancha con salsa de ciruelas, algún pescado y tarta Tatín, todo regado con algún excelente Medoc de la bodega de Pierre. Todo muy francés, todo muy conocido por ella”.
Si os animáis a leer la novela, ya sabéis, tened a mano nata fresca y el horno a punto, os van a entrar ganas de prepararlas.
jajaja menudo menú le gusta :o) Como para decirle que no !!! Y la gran pregunta: ¿cómo se preparan estas galletas de nata?
Otro que se va a mi lista de pendientes, me gustan estos rituales caseros en la cocina, son muy entrañables.
Besos,
palmira
Secreto de familia Olabide, jajajja. es una novela y no trae la receta, pero tengo por ahí apuntada alguna de nata sin probar, y sin probar se quedaron porque no tenía nata en casa, pero no veas qué antojo, chica.
Besos.
Por lo menos ya sé que no hay que leer el libro entero para conseguir la receta, ja ja ja, habrá que buscar en otras fuentes.Si leyendo tu reseña ya me han dado ganas de las galletas no quiero imaginar lo que pasará con el libro entero.
Un besito
OHHHHH!!! que bien publicitas las novelas que lees guapa!!! 😉
mañana mismo salgo a por nata y a por la novela..estoy segura de que me gustará mucho!!!!! 🙂
muchos besitos con mucha nata y feliz fin de semana <3
jajajaja.Pues si, te puedes hacer una idea.
Besos.
Ya sabes que cuando en una novela que leo tiene importancia la comida, escribo una entrada sobre ello. Ya me contarás qué tal si te animas a leerla.
Besos.
pues nada en la próxima compra nata jejeje
jejeje, anotada está en la lista de la compra.
Delicioso comentario, y no por la gastronomía, sino por la sencillez, el cariño y la comprensión de los hechos. Las galletas de nata de Amparo existen de verdad. Son las de casa de toda la vida. las que hacía mi abuela. Antes, con nata de vaca recién ordeñada, ahora, con nata de brick. No saben ni parecidas, entre otras cosas porque pertenecen a esos recuerdos de la infancia. Aún así son ricas.
Lydia, ¿es mucho pedir la receta, o es secreto de familia? Ahora me vuelvo a quedar suspirando por las galletas (antojada que es una, jejeje). No te sientas obligada.