La cocina de Soñar con Molinos de Viento

Hace unos días os hablaba de la novela de Catherine Ryan Hyde, Soñar con molinos de viento.. Hoy quiero hablaros de la cocina en esa novela, de cómo la autora utiliza la alimentación para mostrarnos mucho más de los personajes de lo que podría resumir en una sola frase.

Principalmente la autora utiliza los alimentos y la cocina para que conozcamos más del pasado de Sebastian y cómo se ha criado con su padre, un hombre que no le dejaba salir de casa ni para jugar con otros niños, ni para acudir al colegio, ni para nada. Aunque ya sabemos que Sebastian ha llevado una infancia y adolescencia recluido en casa, descubrimos hasta qué punto ha sido así cuando come perritos calientes por primera vez, y lo hace en compañía de María. Su miedo a probar los perritos calientes, de los que sólo ha oído decir a su padre que son veneno, podría resultar cómico si no fuera porque demuestra lo terrible y lo aisalada, cerrada y estanca que ha sido su vida. 

Más tarde en casa de su vecina Delilah, una señora mayor que se convierte en la única amiga del chico, vemos que cosas tan tradicionales, comunes y habituales en una ciudad como Nueva York, en la que transcurre la historia, él las desconoce, y no sólo los perritos. 
"-¿Nunca has probado un trozo de pizza?
– No. ¿Está buena?
(…)
-Te ruego que salgas ahora mismo por esa puerta -dijo- y que no vuelvas sin traer dos trozos de pizza con pimientos y un pretzel caliente para cada uno. Los pretzel los quiero recubiertos de mostaza. Si tienen porciones con queso extra compra ésas. Que Dios nos ayude. Alguien tiene que enseñar a vivir a este pobre chico". 

Este es sólo un ejemplo pero creo que es lo bastante gráfico como para que comprendamos más el pasado del personaje. 

Entre otras menciones culinarias, hay  un pasaje relacionado con María y un cuenco de sopa que le prepara su hermana que también me gusta mucho, pero no quiero transcribirlo porque ya cuenta demasiado de la trama, y para quien quiera leer el libro, no quiero meter ningún spoiler.

Un buen uso de la comida para enriquecer y conocer más del ambiente y los personajes de la novela, por parte de Catherine Ryan Hyde.