¡Hay que ver lo que me gusta la serie Raza de Medianoche de Lara Adrian! “Profundidad de la medianoche” es la novena entrega de la saga, y me ha gustado tanto como la primera. Y mira que es complicado que en series tan largas ocurra esto, sin altibajos, pero es de las pocas series y autoras que tolero en paranormal después del empacho de años atrás. Se me hace largísimo el tiempo que transcurre entre una y otra novela (en castellano, porque en EEUU la autora ya tiene alguno más publicado).
Aunque en cada novela la pareja protagonista del romance difiere, la lucha de la Orden contra el maléfico Dragos y sus secuaces avanza a ritmo trepidante entrega a entrega. Sin decaer en ningún momento, el peligro va creciendo y en esta novena novela nos encontramos con que Dragos y los suyos están cada vez más cerca de caer con un golpe certero sobre los miembros de la Orden, en su propio Refugio. Sin embargo, los guerreros y sus mujeres no se dejarán vencer sin luchar, una vez más.
Corinne Bishop es una de las hermanas de sangre que las mujeres de la orden lograron liberar. Fue secuestrada por los afines a Dragos mucho tiempo atrás, y los largos años que ha pasado esclavizada, vejada y utilizada para los fines últimos de su secuestrador, no son lo que más pesa en su alma; la esperanza que la hace desear seguir viviendo es reencontrarse con sus padres adoptivos y, sobre todo, recuperar al hijo que tuvo en cautividad y le fue robado.
Con el Refugio en peligro, Cazador es el encargado de llevar a Corinne de regreso al hogar del que fue arrancada tantos años atrás. Sin embargo, las cosas no ocurren como la chica espera y ambos tienen que huir precipitadamente hacia Nueva Orleans, formando un extraño tandem, pues ambos han vivido la crueldad de Dragos durante años en sus propias carnes y en cautividad, algo que otros miembros de la Orden sólo puede llegar a imaginar.
Como digo, me ha encantado. Tanto la parte romántica de la historia entre Cazador y Corinne (sensual y tierna) como la parte de la trama de acción, violencia e intriga se mantienen, siempre, en lo más alto.
Sé que hay a quien le molesta que se haya traducido el nombre de Cazador y no se le haya dejado como Hunter, su nombre en la versión original. Sin embargo a mi me parece todo un acierto, porque Cazador no es un nombre, no tiene nombre en realidad, sólo sabe responder al que le dieron cautivo desde su nacimiento y que comparte con otros muchos que fueron como él engendrados a la fuerza para unos fines egoístas. Cazador no fue tratado como una persona en todos aquellos años y ahora, como hombre libre, trata de descubrir la vida, los sentimientos, etc… y Cazador ya es su nombre con mayúsculas, no el apelativo o el adjetivo, cazador, con el que tantos como él eran nombrados.
El despertar a la libertad de Cazador, los sentimientos (de protección, de ternura al principio, otros más primitivos y a la vez más profundos después) que Corinne le provoca, le ayudan a recuperar esa humanidad (si se puede llamar así puesto que no es un humano) que le fue arrebatada desde la más tierna infancia. Corinne, quien fue secuestrada en un club de Jazz muchos años atrás, está determinada a mirar hacia delante y a no dejarse vencer por el cruel pasado, pues tiene claros objetivos de futuro. Lo que no contaba, es con que un macho de la especie tuviera una presencia así en ellos, pero Cazador es para ella un apoyo, un nuevo estímulo, alguien en quien se puede confiar, la persona que la devuelve la pasión por vivir.
En definitiva, es una preciosa historia, magnífica continuación de la saga a la que pertenece y nos sigue dejando con la miel en los labios, esperando la siguiente.
Publicada en España por Terciopelo, consta de 333 páginas y su precio es de 17,90 euros.