En casa nos gusta el buen rollo y ahí entramos los de dos patas y los de cuatro. La buena convivencia es posible sin sobresaltos, uno puede ser un gato y dormir tranquilamente bajo la alcachofera mientras al lado su congénere juega con un perro, todo sin sobresaltarse lo más mínimo. Hay confianza. Estaría bien que algunos aprendieran del buen rollito de los animales.
Ayer me acordé de ti, con lo que te gustan los gatos, en el patio se había escondido una gata con 4 minigatitos pero no le gustamos porque esta mañana ya no estaban.
¡Oh!!! Seguro que pensaba que no habría nadie, las gatas son muy suyas con sus pequeñines, algunas no te dejan ni tocarlos. Por eso siempre me llama la atención que cuando una madre no hace caso a sus hijos la comparen con una gata callejera, cuando las gatas son unas madrazas que sacan uñas y dientes (nunca mejor dicho) para defenderlos. Pero mira, también os quitáis un problema porque son monísimos pero luego cuatro cachorrines y la madre cinco pueden ser una locura, si son todos de la misma camada jugando a la vez te lo destrozan todo. ¡Son incansables!
Un beso.
Lo malo es que soy alérgica, son preciosos pero no puedo vivir con ellos. No nos dejó acercarnos y la dejamos en paz pero aun asi se los llevó.
Besines
Eva, entonces bien lejos, la salud es lo primero.
La gata al veros esperaría la noche para mover a las crías a otro patio donde no hubiese gente, son desconfiadas por naturaleza y seguro que prefiere un patio vacío.
Un beso.