Hace unos días (aquí) os hablaba de “Senderos”. Una de las mejores cosas de la novela es la cuidadísima ambientación y como parte de ella está la gastronomía. Mar Carrión se lo trabaja y se ve que ha tomado buena nota de ello y la utiliza no sólo como parte importante de la ambientación si no también para diferenciar mundos diferentes. La comida de Chicago es sentimentalmente fría, la de Carolina, es sentimentalmente cálida y acogedora. Como las familias de las que provienen sendos protagonistas, Erin y Jesse.
La autora da una especial importancia a los hush puppies, una especie de panecillos o bolitas de maíz fritos, una preparación de la que incluso nos proporciona, al final de la novela, la receta y que me estoy pensando preparar un día.
Como os decía, la diferencia de las formas de comer y cocinar entre Chicago y Carolina representa algo más que la simple tradición. En Chicago se come porque hay que hacerlo, aunque la protagonista si le da más importancia de la que estamos acostumbradas a ver en las protagonistas anglosajonas nacidas de la pluma de autoras anglosajonas (y así se toma por ejemplo y en solitario una plato de pasta con setas o desayuna con gusto bollos y zumo de naranja habitual). Pero en general no se le da a la misma una importancia en el sentido sentimental de la misma, mientras que en Carolina la comida pasa de ser un simple alimento a algo que se hace con cariño y que se comparte con la familia o con los amigos. En el sureño estado vemos pasar por sus páginas platos tan apetecibles como el pudín de batatas con pasas, que nos transportan al lugar.
En la novela hay una boda sureña y en ella si que se despliega el buen hacer de los cocineros del sur, tradición y modernidad, todo ello en platos festivos que llaman la atención tales como las pacanas tostadas servidas con semillas de amapolas (curioso, me entran ganas de probarlo), calabaza de pan de nuez con mantequilla de manzana (ummmm), salmón asado relleno de espinacas y cubierto de salsa de langosta (¡requete-ummmmmm!!!), Pechuga de pollo rellena de queso de cabra con arándanos secos y albahaca fresca (reconozco que ahí la albahaca me descoloca un poco y me intriga al mismo tiempo), pastel de chocolate y trufa (ñam, ñam) y una deliciosa combinación de tarta de limón y frambuesa (¡super ñam ñam!).
¿No os ha entrado hambre?
Hola linda mia!!!…que ganas de leer este libro del que hablas!…me lo apunto y esos platos que se mencionan en el libro son autentica poesía!!!:)…los huss puppies me llaman poderosamente desde hace mucho tiempo!!…así que hazlos pronto y te robo la receta!!!:)
Cariños mi guapa!!!!
Juana, voy a tener que ponerme a ello.
¡¡un besote, guapa!!
¿¿¿Hambre??? Me zamparía ahora mismo el menú completo de la boda y mira que horas son…
Besotes!!!
Pues si me ha entrado un pelin de hambre y eso que acabo como quien dice de desayunar.
Besines
A mi me llamó mucho la atención lo de los hush puppies pero voy a esperar a que tú los prepares y nos cuentes.;) Un beso
jejeje. Es que suenan muy bien.
Besos.
😉
Un beso, Bertha.
Lola, pues me he quedado muy intrigada con ellos. Iré contando.
Besos.