Hace unos días os hablaba de cuánto me gustó la novela La esclava del sultán. La novela está muy bien ambientada tanto en la Estambul actual como en la antigua, cuando todavía se llamaba Constantinopla y era la capital del Imperio Otomano.
La comida, los alimentos, sobre todo cuando las novelas transcurren en lugares exóticos o lejanos, siempre es un componente que ayuda a la ambientación, a mostrarle al lector dónde está, cómo se vive, que hasta lo cotidiano es diferente.
En las dos caras de Estambul, la vieja y la nueva, la del harén y la de la libertad, la del año 1599 y la actual, vemos cómo viven ambas protagonistas, Celia y Elizabeth, el ser servidas. Creo que no hace falta señalar cuál pertenece a cada tiempo y lugar en los dos siguientes párrafos.
” Arrodillándose ante ella, una le tendió una pequeña taza enjoyada, la segunda sirvió el café, la tercera colocó con cuidado una segunda bandeja de latón sobre la mesa, con granadas, albaricoques e higos dispuestos sobre un lecho de pétalos de rosa azucarados, mientras que la cuarta le ofrecía servilletas limpias“.
“Se vistió, bajo y se encontró el desayuno aún dispuesto en una pequeña habitación sin ventanas del sótano. No había nadie por allí, de modo que se sirvió huevos duros, aceitunas, pepino y tomates, panecillos y una pegajosa mermelada casera de color rosado, hecha de lo que parecían pétalos de rosas“.
Estambul es un lugar diferente para Elizabeth, procedente de Oxford, que se empeña en escrutar la ciudad nueva esperando ver un reflejo de la vieja.
“Hombres con fogones de carbón asaban castañas al borde del agua, otros llevaban bandejas de alimentos: anillos de pan cubiertos de semillas de sésamo, pistachos, unos tubérculos gomosos de extraño aspecto que resultaron ser mejillones fritos. Elizabeth compró un paquete de pistachos para Rashid y un sandwich de pescado para ella.”
El café era algo que se consumía normalmente en Constantinopla, pero era una novedad para los ciudadanos ingleses que llegaban a la ciudad para hacer negocios o por otros asuntos. Aunque no con él se agasajaba a los visitantes.
“Sobre los tejados se vislumbraba el trémulo brillo plateado del Bósforo. El mismo muchacho que les había abierto la puerta entró con una tetera y unas tazas pequeñas en una bandeja.
– Este es nuestro kafé, una bebida árabe de Yemen. ¿Te gustaría probarlo, John Carew? Paul ya se ha aficionado a ella.
Carew dio un sorbo del aromático líquido, que era espeso y tenía un sabor agridulce.
– Tiene muchas propiedades interesantes -explicó Jamal, apurando su taza-. Una de ellas es que me ayuda a mantenerme despierto por la noche, permitiéndome trabajar más tiempo. ”
“A pesar de estar a principios de septiembre y que por lo general los días transcurrían cálidos, le dejaron una capa con adornos de marta cibelina y junto con una ración de cerezas y granadas en una pequeña cesta cubierta con un paño de lino bordado“.
En el haren, mientras, también las mujeres eran servidas.
“Y mientras hablaba, Celia comprobó que, en efecto, las sirvientas de la Haseki se acercaban a ellas. Traían bandejas de frutas dispuestas en pirámides escarchadas y copas de sorbete helado que colocaron sobre una mesita baja dentro del cenador“.
Y en el actual Estambul, Elizabeth se va habituando a la ciudad.
“A medida que se iba familiarizando con la ciudad, a veces se bajaba en alguna otra villa del Bósforo: en Ermigán, famosa por la excelencia de sus aguas; allí compraba té y pastelitos para Haddba en su tienda favorita, la Citir Pastahane; o entraba en uno de los cafés de la plaza mayor de la villa de Ortakoy, frecuentada sobre todo por estudiantes, donde media mezes (yogur con sabor a ajo aderezado con menta y eneldo, mejillones rellenos y membrillo de queso) y se quedaba observando el devenir del mundo“.
Menos mal que ya he cenado, porque se me hace la boca agua hummm…. con tanta exquisitez culinaria. Qué ricos son los pistachos, castañas, granadas etc… Oye que estoy haciendo una lista inmensa con tus recomendaciones literarias, tengo para un tiempito ya que yo leo despacio, vamos que no todos los días consigo leer, pues no me da el tiempo para todo. Besos Marhía.
Te entiendo, mi lista de pendientes y de deseados son inmensas, folios enteros, no te digo más 😉
Un beso.