Estoy viviendo un segundo romance con mi vieja cazuela horno. Y me parece que la cosa va a terminar en relación seria de aquí al invierno. Cada día me gusta más y ya no puedo vivir sin ella. Lo confieso. Y te lo voy a contar todo.
La verdad es que cuando digo mi vieja cazuela horno, no lo digo por decir, es que lleva conmigo un porrón de años. En su momento fue casi una necesidad, porque yo estaba harta de mudanzas y vivía en un piso de alquiler sin horno, como en tantos que había vivido antes. Y una cazuela horno baratita y fácil de transportar en una mudanza, me venía de perlas. Para muchos platos, pero sobre todo para bizcochos.
Yo estaba encantada con mi cazuela horno. La tenia bien pillado el punto y eso de poder hacer bizcochos caseros para el desayuno del día siguiente mientras preparaba la cena, me parecía lo más. Y asar muslos de pollo el domingo, ni te cuento. Y preparar hojaldritos de chorizo los días de fiesta. Te parecerá una simpleza, pero después de tanto tiempo sin horno, para mi era una auténtica maravilla.
Después, al fin pude tener un horno de verdad y mi cazuela horno fue quedando relegada no a un segundo plano, más bien a un tercero o cuarto. Cada verano volvíamos a tener un pequeño affaire, porque eso de poder hacer bizcochos y asar pollo sin tener que encender el horno, pues era una gozada, no meter más calor en casa y poder seguir disfrutando de platos asados. Pero cuando terminaba el verano, la pobre se quedaba guardadita en el armario hasta el verano siguiente.
Hasta que llegaron las subidas de la tarifa eléctrica, una detrás de otra, y algunas abismales; y mi cazuela horno pareció rejuvenecer y supo volver a enamorarme. Porque al fuego, poder hacer bizcochos, y pimientos asados rellenos, y costillas en adobo horneadas, sale muchísimo más barato. Muchísimo. Y me encanta.
Antes de conocerte nunca había oído hablar de esta cazuela horno… Y es verdad que por lo que nos dices tiene que ser una maravilla para quienes todavía no tienen piso fijo o empiezan a equipar una cocinita con presupuesto ajustado.
No me imagino vivir sin horno y disfruto de las tarifas francesas de electricidad después de las italianas, pero no me imagino vivir sin bizcochos y asados…
Besos y feliz fin de semana,
Palmira
Creo que su boom fue en los años ´60, de hecho yo la compré a finales de los ´90 en una ferretería de esas “de toda la vida” porque no se encontraban fácilmente ya. Pero ahora por las tarifas de luz vuelve con fuerza, hasta en amazon las he visto hace poco a la venta.
Besos.
Hola¡¡¡ No conocía la cazuela de horno, me parece muy interesante. Yo utilizo poco el horno por la factura de la luz ?. Una pregunta ¿sirve para cualquier tipo de placa? Yo cocino con vitrocerámica. Besos.
Hola guapa!! Me parece que no, que sólo sirve para butano o gas natural, porque tiene un difuso de hierro que va sobre el fuego, encima va la cazuela, el fuego se pone al mínimo y por eso tiene forma de rosca, porque el calor da por igual la cara exterior del rosco que la interior. Y siempre tiene que hacerse con la tapa, que también tiene una especie de difusor en el centro, Así que me imagino que sin la llama no tiene sentido. Pero voy a investigar y si veo que sirve para vitro te digo.
Un beso.
Cuánto tiempo sin ver una cazuela de estas!!! Mi madre tenía una en la casa de verano y no veas el uso que le daba. La pena es que debió tirarla, si no ya estaba yo en su busca porque después de ver el uso que le das me han entrado ganas.
La verdad es que es una gozada, yo también recuerdo los bizcochos tan ricos que salía, el pollo y hasta el arroz al horno.
Un besito
Que pena. Pero como digo siguen a la venta, claro, tiene que ser para darle uso pero merece la pena, creo que andan sobre los 30 euros.
Besitos.
En casa, por aquella época, no se hacían bizcochos sino “bizcochones”.
Y sigue siendo así.
Tanto que como nunca he conseguido hacerlos tan deliciosos como mi tía Ana, que se reunía con mamá para prepararlos con cualquier motivo jubiloso, dejé de intentarlo.
Jamás volví a probar uno de aquellos, ni uno como los de ella.
En casa , papá tostaba castañas en otoño y pan en la tapa… y mamá asaba pollo. Lo usaban hasta hace poco. Mañana le preguntaré si aún lo tiene.
Yo intenté comprarlo alguna vez en “Casa Pancho”, una venta que ya lo vendía hace 40 años y, hasta no hace mucho, continuaban colgados en el escaparate (con figuritas de cerámica, santos, juguetes de plástico, alcancías y cuchillos).
Me hizo mucha iilusión ver esta entrada tuya. En tarde-noches lluviosas como esta, es como si el tiempo no hubiera pasado.
Un abrazo fuerte!!
Es bonito porque te lleva de nuevo a otros momentos; no he probado lo de tostar el pan en la tapa, ¡pero cómo no he caído en ello! El próximo día que la ponga al fuego no me lo dejo.
Besos, guapa, un abrazo.