La casa al final de la calle, de Karen McQuestion, es una novela que me ha gustado mucho. Me ha atrapado desde las primeras líneas, y lo he leído con mucho interés hasta el final. No es realmente un thriller, o no tal y como yo lo entiendo. Y desde luego, no es espeluznante como dicta su slogan de ventas. Pero es una novela que te atrapa, se lee con mucha facilidad y tiene personajes interesantes.
No confundir con una película de igual título, pues el argumento no tienen nada que ver.
La casa al final de la calle, de Karen McQuestion: de qué va
Estado de Wisconsin. Sharon Lamke es una sexagenaria que vive sola en una pequeña casa en una urbanización a las afueras. Un lugar que con los años se ha convertido en una zona de casas grandes, bonitas y de precio algo elevado, habitadas sobre todo por familias. Una noche, observando un eclipse de luna, se sorprende al ver una niña muy pequeña fregando en la casa de sus vecinos, los Fleming. Algo que le llama la atención por la hora y por la actitud de la mujer con la niña.
Cuando se entera de que no tienen ninguna hija, solo un hijo adolescente, Jacob, empieza a sospechar que algo raro ocurre.
Niki es una joven que hace poco ha cumplido la mayoría de edad. Casi toda su vida ha sido una niña de acogida. Pero su vida mejoró cuando conoció a una abogada, Amy, que se preocupó realmente por ella. Ahora, esta mujer que la ha apoyado tantos años es la más importante de su vida. Una amiga en la que confiar, aunque vive lejos, en Boston.
Cuando Niki sufre un problema, Amy pide a su madre, Sharon, que acoja temporalmente a la joven. Sharon, aunque un poco reticente al principio, lo hace. Y pronto se entiende bien con la joven. Cuando comparte sus sospechas sobre los Fleming, Niki, que ha vivido experiencias duras en su vida, se decide a descubrir qué es lo que realmente está pasando y si hay una niña sufriendo en la casa de al lado.
Al mismo tiempo, en capítulos alternos, conocemos a los Fleming y a Mía, la niña que vive con ellos y de la que nadie fuera de esas paredes sabe nada.
Mi opinión sobre La casa al final de la calle
La casa al final de la calle se anuncia como un thriller espeluznante y eso crea unas expectativas que no cumple. Si lo lees al margen de esa publicidad, muy probablemente te gustará. De lo contrario, seguramente te sientas un tanto decepcionado.
Por fortuna, no le di mucho bombo a la publicidad cuando compré esta novela, porque una ya está curada de espanto. Y me alegro, porque hubiera influido en mi percepción sobre ella. Me ha gustado mucho y creo que no lo hubiera hecho tanto.
La casa al final de la calle no tiene ritmo de thriller y en lo esencial se sabe qué pasará. No se sabe exactamente cómo desembocarán los acontecimientos, si ocurrirá una desgracia y de qué calibre, pero lo básico lo conocemos. El lector sabe o intuye desde el inicio quién es Mía y qué está ocurriendo en la casa de los Fleming. Así que no se puede decir que exista una intriga real latente fuerte.
Pero la novela atrapa desde el principio. Los personajes y la forma en que está narrada hacen que así sea.
Para mi, lo mejor de la novela es conocer distintas infancias maltratadas y hacerlo sin morbo ni elementos espeluznantes. Niki, Mía, Jacob, no tienen o no han tenido infancias normales, por diferentes motivos y de distintas formas.
También me ha gustado de La casa al final de la calle, sentir que una persona y lo que haga pueden tener una influencia positiva en la vida de otros más allá de lo que podría imaginar. Esto es algo que me parece interesante y bonito. Tanto Amy como Sharon, son este tipo de personas. Pero no solo ellas. También otros personajes, incluidos los tres menores.
En definitiva, si buscas el thriller espeluznante que el marketing anuncia, no es lo que vas a encontrar. Pero si buscas una lectura entretenida con un trasfondo de interés humano, es una buena lectura. A mi, personalmente, me ha gustado mucho esta novela.