Ojalá estuvieras aquí, de Francesc Miralles

Publicado 6 agosto, 2014 por Marhya en Cultura, Literatura, Reseñas / 2 Comments


Está visto que llevo una rachita en la que atino más bien poco con las lecturas que estoy escogiendo. Me decidí por Ojalá estuvieras aquí porque lo tenía en casa criando polvo y decidida a leer las novelas que tengo en casa pendientes antes de meterme con otras, leí unas pocas reseñas buscadas con google  y todas eran muy positivas. Bueno, pues la verdad es que yo no es que haya llegado a vivir la historia que nos cuenta Francesc Miralles en la novela, es que hasta me ha costado horrores leerla.

El problema es que desde el primer capítulo he visto por dónde iba. En la portada aparece la frase “una novela de amor y misterio”; ya os digo que amor poco y misterio menos, porque desde el incio se adivina cómo terminará. Es tan obvio, tan evidente, tan previsible…

Quizá os preguntéis que por qué no la he dejado a medias, entonces. Pues porque viendo tan buenas críticas, yo tenía la esperanza de que esa previsibilidad fuese tan sólo aparente. Me explico, imaginé que si enfocaba tan claramente lo que podría pasar sería tan solo como una cortina de humo para en el último instante, dar la campanada con un final sorpresa de esos que dejan patidifuso al lector, con buen sabor de boca y una sonrisa por haber sido “engañado” tan hábilmente. Pero no, nada de eso, lo que se adivina que sucederá es justamente lo que sucede y de sorpresas, ninguna.

La novela comienza en el 30 cumpleaños de Daniel, un arquitecto de éxito que ha sido un niño repelente y un adolescente pringadillo. De algún modo, Daniel lleva años saliendo con Desiree, una petarda zorrona que se la pega con Bosco, compañero (o más bien subordinado) de Daniel en el estudio de arquitectura, un  mujeriego empedernido. El día del cumpleaños Daniel invita a varios compañeros a una cena en su casa, a su novia Desiree con la que en pocos meses se va a casar y a Marta, una amiga de sus años universitarios. Lo que promete ser una velada tranquila y agradable, acaba con Desiree confesando su culpabilidad, y con los invitados yéndose lo más temprano posible.

Entre triste, enfadado y desilusionado, Daniel se encierra en casa. En esas está cuando encuentra el regalo de cumpleaños de Marta, un CD de una canta autora desconocida, una tal Eva Winter, que además de tener una voz preciosa, canta unas canciones que tienen mucho que ver con la vida de Daniel. Intrigado, decide hacer una locura por una vez en su vida, y busca el modo de conocer a Eva Winter, lo que le lleva a París en plenas vísperas de Navidad.

Como os digo, es una historia tan sumamente previsible que me ha sido imposible meterme en ella (aparte diré que en algunos aspectos me parece un poco pretenciosa, pero se lo habría pasado por alto si hubiera logrado atraparme y sorprenderme). Mi esperanza de un giro final en la trama, se desvaneció dejándome una sensación de pérdida de tiempo que cada vez me molesta más.

En fin, como digo las críticas que leí de la novela eran todas buenas, así que no sé qué deciros al respecto; no creo que sea más lista que nadie y estoy seguro de que también esas personas (o, al menos, la mayoría) vieron venir desde el principio la resolución del supuesto misterio, así que será que no les importó, ni molestó. O eso o son amigos del autor, o yo me estoy volviendo demasiado exigente. No sabría deciros. El caso es que basándome en lo que he sentido y en lo que no he sentido leyéndolo, no lo puedo recomendar, pero como cada lector es un mundo… lo dejo en tu mano.

La novela la publicó hace unos años Vergara. Está descatalogada pero no creo que sea difícil encontrarla a la venta de segunda mano.

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2 Responses to “Ojalá estuvieras aquí, de Francesc Miralles”

  1. yo creo que si al principio ya lo ves claro… lo que hablabamos A OTRA COSA MARIPOSA, jeje, oyyyyeeeee abogo por el puente aéreo yaaaa!!! besitos wapa

  2. Si, pero como tenía tan buenas críticas pensé que era de esos que te despista apuntando todo el rato en una dirección para darte la sorpresa final en otra, eso me engañó, pero no, iba hacia donde apuntaba, con un par. Una desilusión.
    Besos 😉