Me caso en invierno, de Sarah Morgan, es una bonita novela. Por su título y argumento planeaba dejarla más otro momento, pero la he leído en plena ola de calor achicharrante. Y oye, que el ambiente de nieve y frío ayuda a sentirse más fresco, no sé qué poder de sugestión tiene, pero ahí está.

Un hombre para un destino, de Vi Keeland y Penelope Ward, es una novela que en principio no me atraía. La portada, la verdad, me pareció muy fea. Y la sinopsis oficial me daba la impresión de que era un tipo de novela romántica que no me interesaría, más bien todo lo contrario. Pero me la recomendaron diciendo que era mucho más de lo que parecía, así que me decidí a leerla. Y me alegro de haberlo hecho porque, efectivamente, es mucho más de lo que aparenta.